Esta magnífica estatua del rey Felipe III, situada en la Plaza Mayor de Madrid, fue realizada en Florencia en 1616, por Juan de Bolonia y Pietro Taca.

Tuvo varios emplazamientos, siendo el primero en el palacio de los Vargas en la Casa de Campo, donde estuvo hasta 1848. A partir de ese año, se trasladó a la Plaza Mayor, por iniciativa de Mesonero Romanos.

En 1873, se bajó del pedestal y guardada durante un año, debido a la proclamación del la 1ª República. Pasado este año, con la restauración de la monarquía con Alfonso XII, se colocó de nuevo en la Plaza Mayor, en su localización actual.

Una curiosidad sobre esta estatua, que se desconocía, es que durante siglos, ha sido un cementerio de pajarillos, debido a que por la boca del caballo, entraban, para que luego no pudieran salir. No podían ni volar para salir por la pequeña ranura, ni tampoco podían trepar por cuello del caballo.

Esta trampa mortal, se desveló, cuando en los festejos para la 2ª República, algunos vándalos empezaron a desfigurar la estatua y tiraron un petardo por la boca del caballo, lo que produjo una rotura que dejó salir cientos de huesecillos de pájaro, desvelando el secreto. En su reconstrucción, Juan Cristóbal, le cerró la boca al caballo.