Madrid, durante la Edad Media, tuvo cruces en muchas de sus calles, especialmente en la Calle Calvario, por donde pasaba el Vía Crucis que comenzaba en la iglesia San Francisco el Grande.
Estas cruces formaban parte de los humilladeros, o “cruces de término”, que eran hitos o postes colocadas a las entradas de las ciudades o villas, así como en las intersecciones de antiguos caminos.

Cruz de Puerta Cerrada Madrid
Cruz de Puerta Cerrada Madrid

Cruz de Puerta Cerrada
Entre 1805 y 1808, el alcalde José de Marquina y Galindo, el llamado “alcalde ateo”, mandó a quitar las cruces que habían repartidas por las calles y plazas de Madrid.

La Cruz de Puerta Cerrada, fue la única que se salvó y según se dice, fue porque se consideró como “recuerdo a la reconquista de Madrid, por los cristianos”

Esta cruz también fue un respiradero del Bajo Abroñigal, que eran los acuíferos subterráneos que abastecían de agua potable a Madrid, desde aproximadamente 1619 hasta 1858, cuando comenzó su actividad el Canal de Isabel II.